Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

domingo, 30 de enero de 2011

No me enseñes a nadar cuando me estoy ahogando.






Imagínate que eres un adolescente y que juegas con el equipo del centro al fútbol. Cuando acudes a tu primer entrenamiento , la mar de entusiasmado, el entrenador te llama y te dice que vas a estar de reserva en el banquillo. Un poco más tarde te encuentras con tu tutora por los pasillos y le cuentas lo que acaba de pasar. ¿Cuántas formas de reaccionar diferentes podría mostrar la tutora? ¿Qué sentirías o pensarías tú, una alumno adolescente al oír sus respuestas a tu comentario?


NEGACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS:
"Te estás agobiando por una nimiedad. El mundo no se va a acabar porque tú estés en el banquillo. ¡Olvídalo ya"

LA RESPUESTA FILOSÓFICA:
"La vida no es siempre justa. Tienes que aprender a encajar los duros golpes que la vida te da."

UN CONSEJO:
"No dejes que esto te desmoralice. Intenta jugar en otro equipo."

HACER PREGUNTAS:
"¿Por qué crees que te han puesto de suplente? ¿Son los otros jugadores mejores que tú? ¿Qué piensas hacer ahora?"

DEFENSA DE LA OTRA PERSONA:
"Intenta comprender el punto de vista del entrenador. Él quiere que el equipo gane. Para él, sin duda, debe ser muy duro tener que decidir quién juega y quién se queda en el banquillo."

MOSTRAR COMPASIÓN:
"¡Oh, pobrecito! Lo siento muchísimo. Te has esforzado tanto para poder jugar y, en cambio, no te ha servido de nada. Ahora, los demás alumnos se van a enterar. Me imagino que te estarás muriendo de vergüenza."

PSICOANÁLISIS DE AFICIONADO:
"¿No se te ha pasado nunca por la cabeza que la razón por la que no eres titular es porque nunca tuviste fe en el juego?  Creo que inconscientemente tampoco querías jugar. Así que lo hiciste mal adrede."

Es muy probable que un adolescente haya sentido cosas parecidas a las siguientes ante las diferentes reacciones de su tutora:

"No me digas cómo debo sentirme."
"No me digas lo que tengo que hacer."
"Nunca me comprenderás."
"¡Ya sabes lo que puedes hacer con tus preguntitas!"
"Te estás poniendo de parte de todo el munod menos de la mía."
"Soy un perdedor."
"Es la úlitma vez que te cuento algo."





Los alumnos necesitan que se les reconozcan sus sentimientos y emociones tanto en casa como en el centro escolar.

ALUMNO: ¡Por unas pocas faltas insignificantes, me han puesto sólo un siete!
ADULTO: ¡No te preocupes! La próxima vez lo harás mejor.

En vez de rechar los sentimientos del alumno:


1.- IDENDIFQUE LOS SENTIMIENTOS:

"Pareces muy desilusionado. Es para volverse loco cuando sabes la respuesta y pierdes puntos por descuidos insignificantes.


2.- RECONOZCA LOS SENTIMIENTOS CON UNA PALABRA O INTERJECCIÓN.

"¡Oh!", "¡Vaya!", "Ya veo."


3.- CONDEDA AL ALUMNOS SUS DESEOS EN LA FANTASÍA, IMAGINE CON ÉL EL PROBLEMA SOLUCIONADO.

"¿No sería maravilloso tener un lápiz mágico que se detuviera cada vez que fueras a cometer una falta?


4.- ACEPTE LOS SENTIMIENTOS SIN DEJAR DE CENSURAR EL MAL COMPORTAMIENTO:

"Éstás todavía tan enojado por la mala nota que no dejas de propinar patadas al escritorio. Eso no te lo consiento, pero puedes contarme más del porqué de tu enfado."






La siguiente historia cuenta cómo una madre ayudó a su hija a superar la reticencia que mostraba por tener que matricularse en la universidad:

Casi todos los compañeros de Karen sabían en qué universidad matricularse, pero ella todavía no. Karen es propensa a dejarlo todo para el úlitmo momento, pero esta vez iba demasiado lejos. Intenté no resultar pesada y tan sólo recordárselo cuando la ocasión me pareciera oportuna, pero no logré nada. Entonces su padre decidió sentarse a charlar con ella para que empezar a pensar en serio en el futuro. Lo hizo con infinita paciencia. Le ayudó a repasar cúales eran las características de las distintas universidades y las posibilidades que ofrecían. Incluso hicieron una lista. Karen prometió que tomaría una decisión firme ese mismo fin de semana, pero no lo hizo."
Los días iban pasando y empecé a comportarme como una histérica, chillándole a mi hija. Le advertí que como no tomara pronto una decisión , el plazo de matriculación se iba a cerrar y se quedaría sin estudiar. Aún así, ni caso.
Entonces, en un momento de inspiración -producto de mi desespero- le dije a mi hija: "Chica, debe resultar dificilísimo tener que decidirse por una universidad. Si lo piensas bien, estás poniendo en juego todo tu futuro. Supongo que se trata de una de estas decisiones que todo el mundo prefiere dejar para otro día."
Mi hija exclamó bien alto: "Exactamente."
Y añadí: "¿No sería maravilloso que te levantaras una mañana sabiendo en qué universidad te quieres matricular, en qué facultad quieres estudiar, qué especialidad seguir.... sabiendo además que se trata de una decisión cerrada de la cual no te vas a arrepentir y que te va a asegurar un buen futuro?"
Karen me dedicó un de sus mejores sonrisas y subió arriba a acostars. Al día siguiente empezó a pensar muy en serio qué es lo que más le convenía y cuando llegó el fin de semana, ya había tomado una decisión.



Este entrada está elaborada con fragmentos del libro: Cómo hablar para que sus hijos estudien en casa y en el colegio. Adele Faber y Elaine Mazlish. Ed. Medici.