Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

martes, 22 de febrero de 2011

Resolución conjunta de problemas.




Estos son seis pasos útiles para fomentar la creatividad y el sentido de la responsabilidad en los alumnos:

1.- ESCUCHE LOS PROBLEMAS Y LAS NECESIDADES DEL ALUMNO:

ADULTO: Pareces muy apenado por haber suspendido el examen de inglés.
NIÑO: Sí, lo estoy. De veinte palabras solamente acerté doce. ¡Y eso que ayer estudié la noche entera!

2.- SINTETICE EL PUNTO DE VISTA DEL ALUMNO:

ADULTO: Pareces bastante desanimado. Aunque te preparaste intansivamente, algunas palabras no se te quedaron grabadas.

3.- EXPRESE SUS SENTIMIENTOS Y NECESIDADES:
ADULTO: Me preocupa que te quedes rezagado si no aprendes de memoria el vocabulario básico.

4.- INVITE AL ALUMNO A PENSAR JUNTO CON USTED:
ADULTO: Quizás si los dos nos pusiéramos a pensar juntos, se nos ocurrirían algunas nuevas ideas para que estudiaras con más eficacia.

5.- ANOTE TODAS LAS IDEAS SIN EVALUARLAS, tanto las de él como las suyas:
NIÑO: Dejar el inglés.
ADULTO (escribe): Ya lo he anotado. ¿Qué más?
NIÑO: Quizás podría....

6.- DECIDAN QUÉ IDEAS LES GUSTAN, CUÁLES SON INVIABLES Y CÓMO PIENSAN LLEVARLAS A LA PRÁCTICA.

ADULTO: ¿Qué te parece si hacemos unas tarjetas cada una con una palabra nueva escrita en letras grandes y cada noche te aprendes cuatro?
NIÑO: Está bien. Pero en vez de usar estas tarjetas, prefiero grabar las palabras en mi móvil y luego repertirlas hasta que las haya memorizado.





Este ejemplo es el de una profesora de educación especial que impartía clases en una escuela de una zona urbana deprimida.

Muchos de mis alumnos son producto de los malos tratos. En la clase son como bombas de relojería a punto de explotar. Nunca puedo dar una clase seguida sin que estalle una pelea. Un alumno exclama: "¡Eres un idiota!" o "¡Tu madre!" o alguien le propina una patada a otro debajo de la mesa y adiós mi clase. Aunque al principio me mostraba algo reticente decidí seguir el método de la resolución conjunta para ver qué resultados conseguía. Pensé que si el primer paso del proceso es averiguar cómo se sienten los chicos al pelearse, entonces debería empezar por preguntarles qué pensaban que era lo bueno de peleare. Entre todos confeccionaron una lista:


¿QUÉ ES LO BUENO DE PELEARSE?
1.- Te desquitas. (Esta fue sin duda la respuesta más popular).
2.- Lo haces pasar mal a alguien.
3.- Consigues que te persigan.
4.- Es divertido soltar insultos.
5.- No se vuelven a meter contigo.
6.- Te apetece hacerlo.
7.- Los otros empiezan primero.
8.- Te distraes. La clase es aburrida. (Esta la propuse yo misma).
9.- Haces enfadar a alguien.
10.- Es divertido hacerse el matón.


Se pusieron bastante bravucones mientras hacían la lista. Luego les pregunté "¿Qué es lo malo de pelearse?". Reinó un mutismo total. Esta es la lista:


¿QUÉ ES LO MALO DE PELEARSE?
1.- Te sientes mal después de pelearte si se trata de tu amigo.
2.- Te puedes meter en líos con tus padres, la profesora o el director.
3.- La profesora de pone de mal humor. (Esta la propuse yo).
4.- Puedes hacer daño a alguien.
5.- Te pueden explusar tempralmente.
6.- No se aprende. (Nuevamente fui yo quien incluyó esta idea).
7.- Puede ser el inicio de una pelea más grave.
8.- Puede que te den una paliza, te muerdan o acabes con rasguños o un ojo morado.


 Acto seguido, nos pusimos a trabajar para encontrar soluciones. Pensé que solamente escribiría un par de sugerencias, pero lugo me vino a la mente la importancia de no rechazar ninguna de las ideas de mis alumnos.


POSIBLES SOLUCIONES


1.- Pedir permiso para salir de la clase y desahogarse.
2.- Pegar al compañero.
3.- Dejarlo solo.
4.- Golpear la arcilla para modelar.
5.- Romper un palo.
6.- Llamar a la madre del alumno.
7.- Dejar que se peleen en el patio sin espectadores.
8.- Decírselo a la profesora.
9.- Cambiar de asiento.
10.- Decirle que te deje en paz.
11.- Mandarlo al despacho del director.
12.- Obligarle a escribir cien veces....
13.- Obligarle a lamer el suelo.
14.- Que todos los alumnos le peguen una vez.
15.- Obsequiar con pegatinas a los que cumplan las normas.
16.- Escribirle una carta despiadada.
17.- Elogiarlo para que se abochorne.


Una vez anotamos las dieciocho sugerencias, me dispuse a comentar algunas. Por ejemplo, les dije que no podía consentir que solucionaran el problema con los puños porque no quería que se lastimaran. También les comenté que no me parecía muy higiénico tener que lamer el suelo. Todos dieron su ferviente opinión sobre el resto de la lista y mostraron sus preferencias por determinadas sugerencias. Después de un periodo de deliberación, decidimos que cada alumno escribiera en la libreta las soluciones que le parecían más sensatas.


Al final de la clase, escribimos en la pizarra las normas que aprobamos entre todo.


1.- No insultar.
2.- No maldecir.
3.- No chivarse a no ser que tamibén te estén molestando.
4.- No pegar ni tirar cosas.
5.- Utilizar las soluciones anotadas en la libreta.


A continuación comento algunas de las anécdotas de ese día:


. Luis, que explota por nimiedades, sale de la clase varias veces por semana. Permanece en pie en la puerta para no perderse nada. Al cabo de un rato vuelve a netrar y se sienta al fondo de la clase. Unos minutos más tarde, vuelve a integrarse al grupo.


. De vez en cuando, un alumno se levanta y dice: "¡Carlos, cámbiate de sitio conmigo!" y se cambian. (Carlos se toma bastante bien estos cambios de compañero).


. En dos ocasiones, un alumno aporreó la arcilla para modelar.


. Una vez, Daniel sugirió: "¡Dale arcilla para que la golpee!"


. Cuando un alumno insulta a otro, la clase entera grita: "¡La regla número uno!" o bien "¡La regla número dos!". También me piden: "¡Que lea la regla!" y entonces el infractor tiene que leerla.


. Una de las deciciones que tomaron fue que no iban a insultar ni a la papelra. (Una vez Daniel le espetó un "¡Tu madre!" a la papelera. Luis pensó que iba dirigido a él y se desencadenó un riña. Así que, la clase añadió una nueva regla a la lista: No maldecir "las cosas".


Me gustaría poder afirmar que me resultó muy natural llevar ala práctica todo este proceso. Pero estaría mintiendo. Requirió mucha meditación, mucho esfuerzo, y mucho más tiempo del que pretendía invertir. Para mí hubiera resultado mucho más fácil tildar a estos alumnos de "incorregibles" o "imposibles" y olvidarme de ellos. Y, en cambio, al tratarlos como personas capaces de solucionar problemas, acabaron haciendo precisamente esto, saber solucionarlos.





Algunas claves más para que este método funcione mejor son:

- No intente aplicar este método si tiene prisa o está agobiado.

- El primer paso -eschuchar al alumno- es el más importante.

- Exprese los sentimiento sucintamente.
- Conténgase las ganas de evaluar las sugerencias de sus alumnos.

- Asegúrese de tener un plan preestablecido para que se cumpla la decisión tomada.

- No se desanime si el plan fracas, a menudo no basta una única sesión para resolver el problema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡EXCELENTE!!! LO RECOMIENDO ESTA TÉCNICA, FUNCIONA, NO TIENE EFECTOS SECUNDARIOS NI VARITAS MÁGICAS, NI EFECTOS INMEDIATOS.
MUY IMPORTANTE LA PREDISPOSICIÓN QUE SE TENGA:SI SE QUIERE, SE PUEDE

Matilde dijo...

Gracias por esta gran aportación. Lo pondré en práctica en mi próximo año de trabajo.