Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

domingo, 24 de octubre de 2010

El rincón de la silla-boca-silla-oreja




Chetkow-Yanoov (1996) describía ocho ejemplos de tecnologías relacionadas con la transformación de conflictos disponibles para la enseñanza. El primero de ellos contaba un modelo de resolución de conflictos que empleaba una profesora en su escuela infantil. Al comienzo del año escolar presentaba a los alumnos un nuevo rincón especial de la clase, que tenía una “silla-oreja”, una “silla-boca” y una “silla-amigo”. Cuando dos niños comenzaban una pelea, se sentaban alternativamente en las sillas oreja y boca durante 2 minutos. Durante este tiempo, el niño o niña en la silla-boca contaba su parte del problema, y el niño o niña de la silla-oreja escuchaba en silencio. Después de 2 minutos, cambiaban sus sillas y el anterior hablante escuchaba ahora al anterior oyente. Si los temas habían sido suficientemente aclarados mediante este proceso, los dos niños se daban la mano y volvían a su actividad previa. Si aún estaban tensos o descontentos, podían invitar a una tercera persona cualquiera (otros niño, el profesor o profesora, un padre, etc…) a ocupar la silla-amigo, y entonces hablaban los tres juntos hasta que se resolvía el conflicto. La profesora explicó que este sistema era efectivo normalmente en su nivel básico y que rara vez se requería la ayuda de una tercera persona en la silla-amigo para solucionar la disputa.




Descripción del rincón.
El rincón de la silla-oreja y la silla-boca (SO y SB) constituye un espacio y una estructura dentro del aula para que los alumnos resuelvan sus conflictos por sí mismos como un mecanismo para el diálogo y la negociación. El rincón se sitúa en la parte trasera del aula, en el extremo opuesto al de la profesora. En este lugar, especialmente reservado al efecto y en el que no se realiza ningún otro tipo de actividad, se colocan dos sillas, cada una de las cuales tendrá la función de asignar un rol a su ocupante: una será la SO y la otra la SB. Las dos sillas se diferencian mediante un gran dibujo pegado a su respaldo; en un caso, de una oreja y, en el otro, de una boca, que realizan entre todos los alumnos de la clase. Es importante que los alumnos participen y colaboren en la creación del rincón y en dotarlo de unas normas para su funcionamiento. Cuando los alumnos tienen un conflicto dentro del aula o vuelven del recreo con un asunto  sin resolver, la profesora les invita a ir al rincón para que intenten solucionarlo por sí mismos. La propuesta es siempre una invitación y no una imposición ya que su uso ha de ser voluntario. Con el transcurso del tiempo los alumnos acuden cada vez más al rincón por iniciativa propia  sin que sea la profesora quien se los sugiera. Este comportamiento se consolida con el paso de los meses y se va haciendo más frecuente y más automático. En el rincón cada uno de los niños ocupa una de las sillas. El lugar está separado del resto de la clase, los niños están solos y su conversación es privada. El niño sentado en la SO tiene como tarea escuchar lo más atentamente posible a su compañero y no puede hablar, ni siquiera despegar los labios, para evitar interrupciones. El niño sentado en la SB tiene la palabra y su tarea es contar qué ha ocurrido, cómo se siente y qué quiere. Una vez que el primer niño ha terminado de hablar cambian de silla e invierten sus papeles. El niño que ha sido el primer oyente toma la palabra una vez que ha parafraseado correctamente a su compañero y este lo toma por válido. El niño que ha sido el primer hablante tiene ahora que escuchar sin interrumpir y luego parafrasear. Este proceso consta habitualmente de un turno para hablar y escuchar, aunque en ocasiones los alumnos pasan dos o más veces por cada una de las sillas hasta que encuentran una solución al conflicto.
Una vez terminado el proceso, los alumnos acuden a la profesora quien hace un pequeño seguimiento de lo ocurrido. Les pregunta si han encontrado una solución, en qué consiste tal solución y si ambos están contentos de verdad con la misma. Luego se incorporan de nuevo a las tareas del aula.
La creación del rincón en las aulas se convierte así en un mecanismo empleado de forma sistemática para tratar los pequeños conflictos cotidianos que surgen entre los alumnos. Las reflexiones más habituales del profesorado que ha puesto en práctica el rincón suelen incidir en los siguientes aspectos:  
. Lugar-espacio en el que se tranquilizan.
. Están aprendiendo  a escucharse los unos a los otros.
. Interiorizan el diálogo como primera opción ante el conflicto.
. Aprenden a solucionar sus conflictos por sí mismos sin acudir a la profesora como primera opción.
. Desarrollan las destrezas y habilidades necesarias para llegar a un resultado ganar-ganar.
. Se inician desde muy temprano en la negociación y la mediación para la resolución pacífica de conflictos.
. El rincón ha de ser una estrategia más de trabajo enmarcada en un programa global de transformación de conflictos para la educación primaria.


Tomado del artículo: La mediación escolar, una estrategia para abordar el conflicto. Amaia Aguirre.


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