Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

domingo, 10 de octubre de 2010

“RECONOCER LO QUE ES” y el proceso de cambio.




El listado de  técnicas, habilidades, trucos, consejos o pautas para favorecer la escucha activa y la comunicación es ingente: mostrar empatía, parafrasear, reforzar, resumir, hacer preguntas, cuidar el lenguaje corporal (mirada, postura, voz), prepararse interiormente para escuchar, etcétera, etcétera… Tan sólo es necesario teclear en el buscador de google “escucha activa” para que podamos acceder a una fuente inagotable de referencias y modelos que nos permitirán, al aplicarlos correctamente, ser mucho más eficaces en nuestra interacción con los que nos rodean. Debido a ello, es posible que una de las estrategias más valiosas e imprescindibles para el desarrollo de la escucha activa pueda correr el riesgo de pasar desapercibida y no ser apreciada en su justa medida. Me refiero a la validación. Quizá incluso de forma más precisa hablaría de validación emocional.

Validar significa asentir a las emociones del otro, a los sentimientos que llegan con la historia que nos cuenta.  Validar es reconocer la individualidad y particularidad del que nos habla, una singularidad en la que no hay vivencias correctas o equivocadas sino simplemente vivencias.  Invalidar, por el contrario, sería rechazar, ignorar o juzgar las formas de sentir de los demás.

Cuando validamos a alguien le permitimos que comparta de modo seguro sus emociones y pensamientos. Le ofrecemos un espacio en el que es posible tener los sentimientos que se tienen, tal y como son. Respetamos su modo de percibir las situaciones que le preocupan y le ayudamos a sentirse oído, reconocido, comprendido y aceptado. Los sentimientos dolorosos disminuyen cuando son expresados, reconocidos y validados por alguien de confianza que nos escucha. Cuando son ignorados ganan fuerza. Por eso, la invalidación de las emociones dificulta la transición hacia la búsqueda de soluciones positivas.





Los elementos básicos de la validación son por tanto:

.  Asentir, corporal y verbalmente, a los sentimientos que trae la otra persona.
.  Identificar internamente el contenido emocional implícito en la narración.
. Crear un espacio seguro en el que puedan ser expresadas esas emociones sin que intervenga juicio o crítica alguna.
. Ayudar a nombrar las emociones que se están experimentantdo; verbalizar nuestras percepciones internas y comprobar si la otra persona se identifica con ellas.
. Permanecer presente, física y emocionalmente, ayudando a sostener los sentimientos surgidos.





Algunas formas sencillas de validar verbalmente cuando alguien nos está hablado y expresa sentimientos difíciles (decepción, tristeza, dolor…) son:


Vaya…
Sí, claro…
Ha tenido que ser doloroso para ti.
Uf, eso es algo muy difícil de llevar…
¡Qué angustia!
Yo, en tu situación, me sentiría de la misma manera…
Lo que cuentas es muy triste.
Puedo comprender cómo te sientes…
Suena como si realmente te sintieras….
Parece que ………. es realmente importante para ti.
Y… ¿cómo es eso…?
¿Lo hiciste?
Puedo ver que estás realmente decepcionado.
Se te ve muy triste.


La validación permite a la persona dar salida a sus sentimientos de forma sana, segura y apoyada. También ayuda a construir vínculos de cuidado, aceptación, comprensión y confianza. Cuando alguien no se siente bien, estos vínculos son, a veces,  lo único que hace falta para comenzar a sentirse mejor e iniciar un proceso de resolución de la situación conflictiva. Desde luego, la validación también se da cuando las emociones son de entusiasmo y alegría. Esta validación anima y alienta a mantener esas emociones de bienestar.  Cuando validamos a alguien le mostramos que nos preocupa y que sus sentimientos también son asunto nuestro, que sus emociones nos importan y que estamos en sintonía con lo que le ocurre.




En un sentido profundo la validación contribuye a
 “reconocer lo que es” y la realidad reconocida ayuda.

El siguiente enlace es una divertida forma de comprender las maravillas de la validación.





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