Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

jueves, 18 de noviembre de 2010

Hoy voy a buscar rosas en mi jardín: las excepciones.


Las excepciones al problema son aquellas situaciones en las que debería darse el problema y no se da, se da en menor medida o de manera más suave. Cuando ayudamos a niños, adolescentes o adultos a buscar y encontrar excepciones en sus vidas, les invitamos a  dejar de ver las espinas y malas hierbas del jardín para fijarnos en las rosas. Es imposible que una persona esté constantemente en un problema, la realidad siempre trae momentos, situaciones y experiencias donde el problema no está presente. Todos tenemos rosas en nuestro jardín.

Cuando nos sentamos a hablar con una persona sobre su problema y ponemos en marcha las diversas estrategias de intervención que propone el modelo sistémico (escucha activa, validación, preguntas circulares, construcción de la demanda, pregunta milagro, escalas, barras porcentuales…)es muy posible que, durante su discurso, verbalice alguna excepción. Lo importante es estar atentos, como si buscáramos pepitas de oro en medio del barro, para que, en el momento en que eso ocurre, remarcarlas y ampliarlas, interesándonos por ellas, preguntando. La excepción no ha de pasar inadvertida, es bueno que tenga relevancia a los ojos de los niños, adolescentes o adultos y marque una verdadera diferencia.


Si la persona no lo verbaliza en su discurso, podemos elicitarlas preguntando por ellas directamente y después seguir ampliando y ampliando. Este es el trabajo de un minero que insiste e insiste en encontrar la pepita de oro. Lo más importante para el maestro, terapeuta o trabajador social que intenta buscarla es creer firmemente que existe. Realmente es así, las excepciones siempre existen: es imposible que un problema atrape la vida de una persona de manera constante, fuerte y total el cien por cien de las veces y del tiempo. Si creemos en esto, en que las personas son algo más que sus problemas, seremos capaces de encontrarlas. La forma de hacerlo es la siguiente:

-     Elicitar las excepciones: Elicitar una excepción es preguntar directamente por ella. Por ejemplo: ¿En qué momento no se da el problema o se da de manera más suave?, ¿en qué momento o situación consigues acercarte a aquello que deseas conseguir?, ¿cómo son los momentos en que ese niño o niña se porta mejor y atiende en clase?, ¿ha habido alguna época en el que ese chico era puntual?, ¿en qué asignatura trabaja un poco más o mejor?...
-     Marcarlas: Es hacer ver a la persona que esa situación excepcional al problema es importante. Trabajando con niños y niñas, el adulto puede manifestar sorpresa ante la excepción, incluso haciendo teatro, magnificando con nuestros movimientos y gestos la importancia del suceso. Con adultos, se puede adoptar un estilo más neutro, en el que tendemos a mostrar nuestra curiosidad e interés por esa excepción. Ejemplo: “¿Si?, me parece muy interesante eso que dices”, “ajá…. ¿de verdad que ocurrió así?”...
-     Ampliarlas: Una vez que se ha identificado y remarcado la excepción, lo que interesa es hacerla más grande. La idea es que los niños/as o adultos hablen de estas situaciones el mayor tiempo posible y con el mayor lujo de detalles. Se trata de construir una “película” lo más completa posible de los hechos, lo que supone promover una descripción en términos conductuales, concretos, en positivo y relacionales (con preguntas circulares). Ejemplos: ¿me puedes comentar algo más sobre esa situación?, ¿qué hiciste exactamente?, ¿qué pensaste y sentiste?, ¿si dejaste de portarte mal, qué hiciste entonces?, ¿Cómo, dónde, cuándo…?, ¿quién estaba presente?, ¿quién se dio cuenta?, ¿cómo reaccionaron los demás?, ¿qué efecto tuvo en ti y en los otros?....
-     Atribuir control: Atribuir control o anclar es el trabajo encaminado a que estas excepciones sean percibidos por las personas como algo que pueden repetir, que no ha ocurrido por casualidad y que está en sus manos mantenerlas en marcha. También es importante incluir en este trabajo de dar control al mayor número de personas. Ejemplo: ¿Qué crees que has podido hacer, cómo lo lograste en esa ocasión?, ¿qué te ayudó?, ¿qué mecanismos pusiste en marcha para lograrlo?, ¿cómo te ayudaron los compañeros/as o los profesores/as?, ¿qué hiciste tú para que ellos/as te ayudaran?, ¿quién más te ayudó?...
-     Relacionarlas con la demanda: Es necesario asegurarse de que la excepción es realmente una excepción y que dicha excepción está relacionada con la queja y la demanda del niño, adolescente o adulto y, por tanto, relevante. Ejemplo: ¿Es ese el tipo de cosas que quieres que ocurra, si eso sigue significará que el problema se ha solucionado o que te estás acercando a aquello que deseas conseguir?...



Es importante tener en cuenta que no se trata de reforzar simplemente una conducta positiva, como cuando un niño o niña hace algo bien y le alabamos o damos una palmadita en la espalda. Es algo más, es hablar sobre ello, hacerle ver que es importante y que puede seguir repitiéndolo, pero no porque se lo digamos nosotros/as directamente y de manera explícita, invitamos a que esto lo descubra  y diga el niño/a a través de las respuestas a nuestras preguntas. Lo que el niño o niña se diga a sí mismo en el discurso con el adulto es más potente que lo que escuche directamente del adulto.



El trabajo con excepciones es muy útil también para desarrollar nuestro trabajo en el aula con los alumnos. A través de esta nueva forma de enfocar la realidad podemos comenzar a detectar los momentos en los que los niños o adolescentes hacen algo bien, podemos concentrar nuestros esfuerzos en detectar las rosas de su jardín, esas rosas que con mucha frecuencia suelen pasar desapercibidas. Más que tratar de buscar pruebas que confirmen una y otra vez que nuestras percepciones sobre las conductas problemáticas de un niño son correctas, podemos tratar de ampliar, reforzar y potenciar aquellas conductas donde ese problema no se muestra. Para ello, es muy importante lograr estar muy presentes para detectar qué situaciones, personas, detalles o decisiones pudieron contribuir a que esa excepción se diera. Nuestro trabajo se centraría, por tanto, no sólo en ver la excepción sino en desarrollar la observación necesaria para  desvelar qué fue diferente ese día para que nuestro alumno nos regalara una rosa.

No hay comentarios: