Tuve un alumno al que le resultaba muy difícil mantener el orden en sus cuadernos y libros. Al cabo de un mes, las encuadernaciones estaban desgarradas y todas sus libretas tenían roturas y dobleces en sus ángulos, las llamábamos "orejas de burro". Por supuesto no faltaban manchas de tinta o tareas incompletas. Lo más difícil era que el alumno reaccionaba todavía de modo infantil y se mostraba muy sensible a cualquier reprimenda, por lo que, durante un tiempo no dije nada. Esto no fue bueno porque un día perdí el control. Arrojé su cuaderno sobre el pupitre y en voz alta protesté por esos dobleces que tanto me hacían enojar. Al día siguiente vino a mi mesa con total candidez, mostrándome exultante una pila de cuadernos. "Señora Franke, mis cuadernos ya no tienen orejas de burro", anunció. Las había cortado todas con unas tijeras.
Eres uno de nosotros, Marianne Franke

martes, 16 de noviembre de 2010

La externalización: un viaje de la idea-problema a la idea-solución.





La externalización es la herramienta estrella de las intervenciones más narrativas que parten del siguiente principio fundamental: “somos lo que hablamos”. Muchas veces vivimos el problema como una historia que nos atrapa, esa historia se instala como una creencia estable que nos hace percibir una realidad concreta como la única realidad posible. La externalización permite crear una disonancia entre la persona y el problema. A medida que se amplía esta disonancia los niños, adolescentes o adultos se dan cuenta de que los problemas son los problemas y las personas son las personas. Gracias a ello se comienza a asumir el control sobre las propias vivencias y se eliminan los sentimientos de culpa. De este modo creamos una buena disposición para el cambio.

En la externalización se invita a dar un nombre a esa realidad problema para luego comenzar a hablar de cómo esa nueva realidad nombrada influye en su vida o de cómo sería su vida sin su influencia. Se trata de ir deconstruyendo las narraciones que nos atrapan para ir reconstruyendo nuevas narraciones que nos den esperanza.




Pero entremos en detalle, ¿cómo se hace exactamente?


1º- Se escucha la historia del problema: ¿De qué les gustaría hablar?, ¿cuál es su preocupación? Durante este proceso podemos recurrir a todas las estrategias de la escucha activa: crear vínculo y empatía, validar, hacer preguntas circulares, etc…

2º- Identificamos la narración limitante y le ponemos un nombre.  Invitamos al niños, adolescente o adulto a ponerle un nombre a ese asunto difícil que vive como problema: “¿cómo podríamos llamar a esto que te tanto preocupa?” En ocasiones se identifica con mucha claridad el problema asociándolo con las emociones, actitudes o pensamientos que conlleva: “Veo que “la desgana” está influyendo en muchas facetas de mi vida.” Desde este momento la persona a comenzado a des-identificarse, ya no es desganado, tan sólo le invade la desgana en ciertas situaciones. El problema comienza a separarse de la persona. Con niños o adolescentes puede suceder, sin embargo, que ese nombre sea más simbólico o metafórico. El problema puede ser un “virus”, “un monstruo o diablillo”, “una nube oscura”. Es muy útil también invitarles a que lo dibujen: “¿te gustaría que dibujar ese virus que te ataca?, ¿cómo es?, ¿qué color, tamaño, forma, aspecto tiene?, ¿me lo muestras?

3º- Identificar el contexto relacional de la narración limitante.  En este momento tratamos de relatar la influencia del problema en la vida de la persona. Exploramos cuál es la pauta del problema (conductas, emociones, pensamientos) y cómo afecta a las relaciones que se mantienen con los demás: “¿qué te impide hacer “la desconfianza”?, ¿qué sentimientos te produce “la desconfianza” cuando se apodera de ti?, ¿qué pensamientos mantienen a “la desconfianza” en estas situaciones?, ¿en qué momentos, lugares, circunstancias se apodera “la desconfianza” más de ti?, etc.





4º- Seguir separando a la persona del problema.  Podemos aumentar la distancia entre la persona y su problema explorando tanto el grado en que está presente en sus experiencias como los efectos que trae a su vida: “¿con qué aliados cuenta el problema?, ¿qué porcentaje de poder tiene sobre ti el problema?, ¿en qué otras facetas de tu vida influye?, ¿qué significa todo eso para ti?, ¿cuándo hablas de esta manera es la voz del problema o tú mism0 quien habla?... Se puede hacer una lista de las cosas que producen el problema y de aquellas que son de la propia persona sin el problema.

5º- Ayudar a la persona a que decida luchar contra el problema. Esta fase puede ser muy explícita en el caso de los niños más pequeños: “Este pipí traicionero es muy fastidioso, ¿le declaramos la guerra, luchamos contra él para que te deje en paz?” Con adultos a veces no es necesario ya que este espíritu de lucha ya está implícito en la conversación. Esto es especialmente cierto si ya han hecho explícita su demanda en algún momento de la conversación previo al uso de la externalización.

6º- Identificar un logro aislado (es buscar excepciones): En este momento se buscan excepciones o avances: “¿en qué ocasiones mantienes el problema alejado?, ¿en qué facetas de tu relación no te domina el problema?, ¿en qué momentos has logrado separarte de la opresión del problema?, si le preguntara a tu profesor/a sobre estos momentos, ¿qué dirían ellos?, etc. Si no hay excepciones totales, entonces se buscan las sutilezas: “es posible que en algunos momentos el problema esté más débil por algún motivo ¿puedes identificar esos momentos?, ¿cuándo te ataca menos?, etc. Si no hay excepciones se buscan soluciones intentadas ineficaces para intentar romper esa pauta de no solución: “Cuando aparece el problema ¿qué haces para alejarlo de ti?, ¿te funciona?, cuéntame cómo te ataca, qué pasa primero, qué pasa luego, cómo acaba, qué piensas, sientes o haces…




7º- Explicar el logro aislado: En este momento se intenta dar locus de control, es decir, que la persona asuma el control en la lucha contra el problema e identifique lo que le ayuda: ¿Cómo lograste controlar al problema?, ¿Qué motivos, intenciones o deseos te llevaron a ello?, ¿qué pensaste, sentiste o hiciste?, ¿qué fue lo que te ayudó?, ¿quién hizo algo y a quién con respecto a esta nueva situación?, ¿qué significa para ti que lo consiguieras?, ¿y qué crees que significa para tus profesores y tu familia? ¿qué crees que piensan tus padres de todo esto? ¿y tus compañeros?.

8º- Posibilidades sobre otros logros: Esto se consigue hablando del contexto (con preguntas circulares) y del futuro (con preguntas presuposicionales sobre el hecho aislado y su explicación): ¿qué conocimientos te aporta esta nueva situación?, ¿y qué posibilidades?, ¿es esto lo que necesitas que siga pasando para que te sientas bien?, ¿qué crees que debes seguir haciendo o pensando?, ¿qué has descubierto?, cuando esto sea lo habitual ¿cómo te sentirás, qué harás y qué pensarás?, ¿qué dirán los demás y cómo reaccionarán?, ¿cuáles son los siguientes pasos que vas a llevar a cabo? ¿qué va a pasar cuando hayas vencido totalmente al problema?

9º- Difusión de logros y posibilidades: Esta fase da un cierre positivo a la conversación siendo una buena forma de terminar: “¿qué significa lo que has conseguido para ti?, ¿y para la gente que te quiere?, ¿cómo va a ayudarte esto en otras facetas de tú vida?, ¿qué has aprendido o descubierto de ti?, ¿qué posibilidades te abre en relación  a ti, tu trabajo, tus relaciones personales?, etc. En este momento se utilizan las re – narraciones: que otras personas significativas del niño o adolescente escuchen su nueva narración; o, los documentos: diplomas de felicitación (sobre todo con los niños) y cartas en la que se invita a las personas a explicar su proceso para que así ayuden a otras personas a superarlo (se convierten en expertos para luchar contra ese problema).





Los cuentos suelen de forma estupenda externalizar los problemas de sus protagonistas. Recomendamos dos cuentos que lo ejemplifican muy bien:

JENNY Y EL INVENTOR DE PROBLEMAS. Hiawyn Dram. Barna: Timun Mas, 1991.
Jenny se levanta una mañana y encuentra que todos sus problemas han invadido su habitación.

DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS. Maurice Sendak.
El protagonista realiza un viaje a su isla interior. En el trata de ser el rey que pone de acuerdo a los monstruos que lo habitan.

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